Los indignados de Ayn Rand

La escritora y filósofa norteamericana Ayn Rand escribió los ensayos que conforman «Return of the Primitive» a finales de los sesenta, pero sus reflexiones sobre la América de entonces parecen surgidas de la España de hoy. Denuncia Rand en ese libro de lucidez implacable el prestigio de lo irracional y el descrédito de los valores clásicos que han llevado al hombre a sus máximos de conocimiento y bienestar. Uno de los puntos neurálgicos del alegato antiprimitivista de Rand son los estudiantes indignados que tomaron ilegalmente los campus universitarios para pedir democracia real ya y poder decidir en nombre de todos sobre el sistema educativo público pagado con el dinero de todos.

Rand denuncia en primer lugar el absurdo de sus reivindicaciones: estudiantes que vienen a aprender quieren decidir cómo y qué les tienen que enseñar. Como si el paciente exigiera tener voz y voto en un diagnóstico médico.

Rand alerta sobre la naturaleza totalitaria de las acciones de los muchachos, basadas en la ocupación física de espacios públicos y la fuerza intimidatoria -no sólo pero también física- de la masa. Critica la falta de articulación de sus propuestas, su demagogia antiliberal y colectivista revestida de eslóganes nuevos, simples y atractivos. Les reprocha que se arrograran una representatividad de todos los estudiantes, y por extensión de toda la juventud norteamericana, que nadie les había dado. Que lo decidido en atropelladas asambleas que procribían cualquier símbolo disidente de la estética oficial fuera la opinión de la juventud de América.

Censura Rand la naturaleza del movimiento, pero también el signo de las respuestas. Ataca la simpatía con que cientos de titulares de periódico saludaron las protestas, sin más virtudes que su novedad, su rebeldía y su juventud. Y clama contra la laxitud cómplice e irresponsable de los dirigentes universitarios, que asustados y acomplejados, sin energía ni coraje para defender razones muy superiores, redoblaron la fuerza de los indignados buscando un imposible punto medio entre el todo y la nada.

El principal llamamiento de Rand está dirigido sin embargo a la mayoría silenciosa que calla, disimula y otorga a la espera de que todo pase sin tener que complicarse. No pide a quienes no están de acuerdo su inútil presencia en las asambleas sublevadas ni manifestaciones callejeras con mensajes opuestos. Apela Rand a los descontentos discretos para que hablen en las universidades y los periódicos. En manifiestos y tribunales. En los cafés y en sus trabajos. No para cambiar opiniones construidas al margen de procesos racionales, sino para desposeer a la minoría hiperactiva de la legitimidad arrogada.

El principal motor de los indignados de entones era la fiebre revolucionaria. Las ansias juveniles de rebeldía mueve también a muchos de los indignados de hoy, independientemente de la edad. Quizá la desesperación de no encontrar trabajo y los problemas para llegar a fin de mes sean el combustible de esta revuelta española, pero esto no hace diferente la naturaleza de su protesta ni le da más legitimidad.

Su discurso utópico y falto de rigor es el que está llevando al colapso el sistema. Su desprecio de la legalidad y el de quienes deben hacer cumplirla una bomba para el Estado de Derecho. Para la única posibilidad conocida de libertad, seguridad y prosperidad.

15 comentarios sobre “Los indignados de Ayn Rand

  1. -«Rand denuncia en primer lugar el absurdo de sus reivindicaciones: estudiantes que vienen a aprender quieren decidir cómo y qué les tienen que enseñar. Como si el paciente exigiera tener voz y voto en un diagnóstico médico.»

    Si 1 paciente o cliente no está de acuerdo con el servicio que le dan, tiene que poder expresarlo.

    -«Rand alerta sobre la naturaleza totalitaria de las acciones de los muchachos, basadas en la ocupación física de espacios públicos y la fuerza intimidatoria»

    Totalmente de acuerdo.

    -«Su discurso utópico y falto de rigor es el que está llevando al colapso el sistema. Su desprecio de la legalidad y el de quienes deben hacer cumplirla una bomba para el Estado de Derecho. Para la única posibilidad conocida de libertad, seguridad y prosperidad.»

    Esto no está argumentado y además es una buena forma de culpar a unos y exculpar a otros. Así no. (relañísticamente hablando).

    1. Hombre, Marqués! Mucho sin saber de usted. El placer es el reencuentro. Aprendimos mucho de los maestros del NJ, y siempre les agradeceré que me salvarán, al menos parcialmente, de la vacuidad Logse. Un fuerte abrazo

  2. Pues muy bien expresado. Lo único la parte final en la que aludes a que el desempleo y la precariedad económica sean el motor de las protestas. No lo es en absoluto y basta fijarse en qué es lo que reivindican y qué es lo que señalan como principales problemas:

    – Rechazan la Ley Sinde
    – Rechazan el bipartidismo (invento especificamente español, se ve)
    – Rechazan la corrupción (con especial fijación por los trajes de Camps)
    – Rechazan la Ley D´hont
    – Rechazan los rescates financieros a grandes bancos
    – Rechazan la prohibición de la marihuana (entre los indignados de Granada una de las principales reivindicaciones http://omarhavana.wordpress.com/2011/05/22/cunde-el-desencanto-en-la-acampada-de-granada/ )
    Reivindican a los transmaricabollerosbiqueer (sic) http://aceradelfrente.blogspot.com/2011/06/manifiesto-de-la-asamblea.html

    ¿Dónde las alusiones al paro?, ¿Dónde queda la precariedad laboral? cinco millones de desempleados durante la legislatura del que prometió «pleno empleo» en ella y a esta gente parece que es un tema que les trae sin cuidado.

  3. Muy interesante la entrada, Marcel.

    Apostillaría eso de «las ansias juveniles de rebeldía». Escribe usted: «estudiantes que vienen a aprender quieren decidir cómo y qué les tienen que enseñar». No solo. Anduvo por Sol Agustín García Calvo, catedrático de Universidad, llamando a tomar las aulas y abolir esa práctica tan «fascista» de poner exámenes a los alumnos. Penúltimo párrafo de este enlace:

    http://www.fondation-besnard.org/article.php3?id_article=1220

    Un saludo,

  4. Siento estar muy espeso. Lunes, por la mañana, cansado.
    Hay cosas que me parecen adecuadas y cosas que no. Dicho de otra manera: el antisistema es por norma una minoría. Solo cuando pasa a ser mayoría, deja de ser antisistema porque se convierte en el sistema.
    En mi caso, más que de «totalitarismos» o de antisistema, yo creo que vemos una amalgama de descontentos que no encuentran su lugar en un sistema dominado/liderado (utilicen el término más liberal que quieran) por una minoría que hace prevalecer su opinión sobre la mayoría que, en muchos casos, ni la tiene ni se espera que la tenga.
    Eso, también daña el sistema. No seré yo quien lo critique, pero quien controla los ejes del poder económico, mediático y social lo tiene bastante fácil para mantenerse en el poder siempre (PP-PSOE).
    En cuanto a esperar un comportamiento racional, equilibrado y sensato de la mayoría, hace ya décadas que los partidos políticos descubrieron que la mayoría de las personas es irracional y que no tienen una opinión fundamentada sobre la mayoría de las cosas.
    Pero claro, eso no lo decimos eh? Ojalá la gente fuera más racional a la hora de abordar la vida política y social.

  5. ¿Alguien puede realmente creer -sin hacerse trampas- que quienes gobniernan nuestro país y nuestra economía «representan» los intereses de una mayoría?
    Sólo tras la Segunda Guerra mundial, sólo después de 60 millones de muertos, hubo un punto de contacto entre los intereses de los ciudadanos de una Europa moribunda y las élites goberrnantes -que entonces sí temían por su futuro, el de las élites-. Luego vinieron los gloriosos ¨80 y la desregulación de los mercados, financieros o no.
    Por cierto, sobre la posibilidad de que quienes sean estudiantes cuestiones lo que tienen que aprender y cómo hacerlo. No estaría de más repasar el uso que, a travñes de los siglos, desde la antigüedad clásica a nuestros días, se ha dado al concepto de «autoridad» («auctoritas») como fuente de credibilidad, respeto y conocimiento autónomo. Repasen la autoridad de las élites universitarias de las escuelas de economía, sus previsiones de los últimos años, sus recomendaciones -estas sí «muy representativas»- a gobiernos, empresas y ciudadanos -que formados por un sistema universitario de enorme «autoridad» somos incapaces de formular juicios claros y distintos- y tenremos como resultado un 15 M que si se caracteriza por algo es por reproducir, como pura y mera EMOCIÓN NO RAZONADA (es otra cosa hoy la política, la economía, la publiciidad y la cultura?) algo que la ciudadanía es incapaz ya de formular racionalmente.
    Como diría Rafael Sánchez Ferlosio, mientras no cambien los dioses, nada ha cambiado. Y la telogía de la emoción tiene -parece- cuerda para rato.
    UIn saludo

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